Toma de la Bastilla, cuadro de Jean-Pierre Louis Laurent Houel (1735-1813) |
El 14 julio de 1789 se produjo en París el asalto a la fortaleza de la Bastilla. Un acto poco relevante desde el punto de vista estratégico, pero de gran valor simbólico.
La Bastilla era una antigua fortaleza ubicada en plena ciudad de París que había sido construida para dar protección al sector oriental de la ciudad. Convertida en prisión desde los tiempos del Cardenal Richelieu, se había considerado un símbolo del absolutismo. Muchos ciudadanos habían sido encarcelados de en sus mazmorras de forma arbitraria.
El clima en París en los días previos era extremadamente tenso y existía la sensación y el miedo a que tropas extranjeras cercanas a los intereses de la familia real y de la nobleza quisieran intentar algún golpe contra París. Para el pueblo de París, la destitución de Necker el día 12 era la prueba de la existencia de un complot aristocrático.
Esa misma tarde del día 12 de julio, numerosos hombres y mujeres comenzaron a agruparse alrededor de oradores improvisados que hacían llamamientos en contra de la nobleza y de la familia real e instigando a la población a dotarse de armas. Durante la jornada del día 13 miles de personas se concentraron ante el Ayuntamiento parisino para exigir que les fueran entregadas las armas disponibles.
Ese mismo día, el 13 de julio, se creó un Comité Permanente cuya primera decisión fue la creación inmediata de una milicia burguesa que estaba compuesta por ochocientos ciudadanos de cada distrito de la ciudad, y cuyo objetivo era velar por la seguridad pública. Esta milicia supuso la creación de la "Guardia nacional".
En el amanecer del 14 de julio, una gran multitud se concentró frente al edificio de los Inválidos exigiendo la entrega de las armas que allí había. Aquél edificio del siglo XVII guardaba en su interior unos 30.000 mosquetes, pero sin pólvora ni munición, y 12 cañones. Entonces la multitud eligió como nuevo objetivo la fortaleza de La Bastilla, donde se almacenaban la pólvora.
Tras unas tensas negociaciones y cuando los asaltantes se hicieron con algunos cañones, el gobernador De Launay optó por la rendición. Tras la rendición, De Launay fue decapitado y su cabeza pinchada en una pica y paseada por la Ciudad. Primer acto del terror revolucionario.
Haciendo un balance de la jornada, A. Soult ("Historia de la Revolución Francesa") escribe:
"La realeza había sido debilitada por las jornadas de julio de 1789; la burguesía parisina era la triunfadora: había triunfado inastaurando su poder en la capital, haciendo reconocer su soberanía al propio rey. Victoria verdadera de la burguesía, el 14 de julio fue todavía más: un símbolo de la libertad. Si esta jornada consagraba la llegada al poder de una nueva clase, significaba también la caída del Antiguo Régimen en la medida en que la Bastilla lo encarnaba. En este sentido parecía abrir una inmensa esperanza a todos los pueblos orpimidos" (Edit. Tecnos, 108)
Desde 1880, el 14 de julio es la Fiesta Nacional de Francia.
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