“Nada distingue quizá tan radicalmente a las masas modernas de las de siglos anteriores como la pérdida de la fe en un Juicio Final: los peores han perdido su temor y los mejores su esperanza. Incapaces de vivir sin temor y sin esperanza, estas masas se sienten atraídas por cualquier esfuerzo que parezca prometer la fabricación humana del Paraíso que ansiaban y del Infierno que temían. De la misma manera que las características popularizadas de la sociedad sin clases de Marx tienen una ridícula semejanza con la Edad Media, así la realidad de los campos de concentración a nada se parece tanto como a las imágenes del infierno […]
Lo que por eso tratan de lograr las ideologías totalitarias no es la transformación del mundo exterior o la transmutación revolucionaria de la sociedad, sino la transformación de al misma naturaleza humana. Los campos de concentración son los laboratorios donde se ensayan los cambios en la naturaleza humana..."
Hanna Arendt, Los orígenes del totalitarismo
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