miércoles, 17 de octubre de 2012

Garibaldi y las Camisas Rojas


Italia, dividida en varios estados y sometida a la influencia austríaca, a mediados del siglo XIX había emprendido un difícil proceso de unificación. Todo comenzó  con el fin de la alianza francopiamontesa de 1858. El acuerdo preveía la formación de un reino de la Alta Italia gobernado por los Saboya, casa reinante en Piamonte, mientras para el centro de Italia se había pensado en una confederación presidida por el papa y bajo la influencia francesa. Pero los acontecimientos se desarrollaron de un modo muy distinto: a pesar de las victorias en los campos de batalla los piamonteses solo recibieron  Lombradía y se quedaron sin Véneto; en cambio el centro de Italia se integró en el nuevo reino. En mayo de 1860 Giuseppe Garibaldi, al mando de mil voluntarios, retomó la iniciativa, marchó sobre el reino de las Dos Sicilias, e inesperadamente, venció al ejército borbónico. Alarmado por sus victorias, el gobierno mandó un ejército a su encuentro para impedir que marchara sobre Roma. Así hizo entrar a los garibaldinos en el redil y completar la unificación.
Garibaldi en los cerros de San'Angelo de Capua, Gerolamo Induno, 1861, Museo del Risorgimento, Milán.
Gerolamo Induno, pintor oficial de la expedición de los “Mil”, había recorrido todas las etapas de la militancia patriótica italiana. En sus cuadros suele hacer hincapié en los aspectos victoriosos, peor en este caso se concentra en un momento de reflexión y recogimiento. Su postura no tiene nada de oficial. A su alrededor, un paisaje de Capua. Lleva el uniforme típico de su tropa, una camisa roja que se había puesto por primera vez en 1843 cuando combatía en Uruguay contra Argentina. Se vistió con las camisas de los carniceros  argentinos, que eran rojas. Desde entonces las milicias de Garibaldi reciben el nombre de “Camisas rojas”. Entre ellos había intelectuales, artesanos, obreros, pero no había ningún campesino. 

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