El Trágala fue la canción que los liberales españoles utilizaban para humillar a los absolutistas tras el pronunciamiento militar de Rafael del Riego en Cabezas de San Juan, al comienzo del periodo conocido como Trienio Liberal. Particularmente la sátira se dirige contra Fernando VII, que en 1820 fue obligado a jurar la Constitución de Cádiz cuando pronunció su famosa frase «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional». Se dice que propio General Rafael de Riego ordenó, al entrar en Madrid, que se difundiera esta composición. Evidentemente, tras la intervención de las potencias de la Santa Alianza (expedición francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del duque de Angulema), pasó a ser un símbolo de la resistencia contra la represión política de la Década Ominosa.
El modelo de esta y otras canciones políticas fueron sin duda las canciones propagandísticas de la Revolución francesa, como el Ah! ça ira, con el que tiene alguna similitud en su sonoridad.
Al igual que otras expresiones, como el «¡Viva la Pepa!», su sentido original se extendió con un significado algo diferente, y «trágala» ha pasado a significar en el lenguaje coloquial 'imposición'.
El Trágala, con diferentes letras, se siguió cantando en España como símbolo izquierdista contra la derecha y anticlerical contra la Iglesia católica y republicano contra la monarquía en distintas coyunturas históricas, notablemente durante la Segunda República y la Guerra Civil Española. Hubo muchas versiones de la letra de autoría anónima y popular.
Tú que no quieres
lo que queremos
la ley preciosa
do está el bien nuestro.
¡Trágala, trágala,
trágala perro!
¡Trágala, trágala,
trágala perro!
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