jueves, 18 de octubre de 2012

¿ Qué se entiende exactamente por nacionalismo?


El nacionalismo ciudadano o "voluntarista"
Su máximo defensor fue el filósofo y revolucionario italiano Mazzini, que consideraba que una nación surge de la voluntad de los individuos que la componen y el compromiso que estos adquieren de convivir y ser regidos por unas instituciones comunes. Es la persona quien de forma subjetiva decide formar parte de una determinada unidad política a través de un compromiso o pacto.
Desde ese punto de vista, cualquier colectividad era susceptible de convertirse en nación si así lo deseaba, bien separándose de un estado ya existente, bien uniéndose a otra comunidad para constituir una realidad nueva. La nacionalidad de un individuo estaría por lo tanto sujeta a su exclusivo deseo. El proceso de integración europea está dentro de esta visión (en este caso son los estados europeos los que desean unirse).
El nacionalismo de sangre u "orgánico"
Sus principales valedores fueron Herder y Fichte (Discursos a la nación alemana, 1808). La nación, según ellos, conforma un órgano vivo que presenta unos rasgos externos y a la vez hereditarios, expresados en el “Volkgeist” (espíritu popular): una lengua, una cultura, un territorio y unas tradiciones comunes.
Esa nación posee una existencia objetiva, al margen del deseo de los individuos que la componen. El que pertenece a una nación lo seguirá haciendo de por vida, con independencia del lugar donde se encuentre. Es como si se tratase de una "carga genética" a la cual no es posible renunciar. Así, hoy en día todavía la nacionalidad alemana está determinada por herencia de los padres y no por el lugar de nacimiento: los hijos de padre alemán o madre alemana son automáticamente ciudadanos alemanes por nacimiento. Pero no todos los niños nacidos en Alemania son automáticamente alemanes, de hecho cada año hay 100.000 niños no-alemanes nacidos en el país (y aquí se podría citar el caso de Andorra también).
Nacionalismo liberal frente a nacionalismo conservador
Hasta la segunda mitad del siglo XIX (1848) el nacionalismo fue un movimiento de carácter liberal y avanzado enfrentado al legitimismo de la Restauración y promotor de movimientos de liberación nacional: Irlanda frente a G. Bretaña, los checos y húngaros frente al Imperio Austríaco, las colonias americanas frente a España, etc.
Pero a partir de la segunda mitad del siglo XIX fue transformándose en ciertos casos en una ideología conservadora y agresiva que supeditaba la libertad y dignidad del individuo (características de la primera etapa) a los intereses de grupos sociales (los aristócratas prusianos, por ejemplo) o instituciones (el ejército) quienes, en nombre de la Nación, controlaban el poder. Desde entonces sirvió a los intereses del imperialismo y contribuyó a la gestación de conflictos que desembocaron en el siglo XX en la Primera Guerra Mundial y en el desarrollo posterior de los Fascismos.
Nacionalismo “cultural” frente a nacionalismo “político”
Inicialmente el nacionalismo se configura como un movimiento de base cultural. Así, se valoran y se recuperan los valores culturales tradicionales del pueblo nacional, por ejemplo a través de la recuperación de sus cuentos populares (en Alemania, los hermanos Grimm), la normalización lingüística (diccionario catalán de Pompeu Fabra), la música...
Más adelante, el movimiento nacionalista tiene unos objetivos más ambiciosos, de carácter político, que van desde conseguir un autogobierno dentro del sistema establecido (por ejemplo, el actual sistema español de las autonomías) hasta llegar a la independencia total. De hecho, el objetivo último del nacionalismo político será la constitución de un Estado-Nación propio, esto es, crear una serie de símbolos e instituciones (el himno, la bandera, el ejército, la escuela, las selecciones deportivas) y configurar unos límites territoriales que alberguen un Estado constituido por una colectividad claramente diferenciada de otras y reconocida internacionamente (de ahí la importancia de las fronteras a partir de la segunda mitad del siglo XIX y gran parte del siglo XX). Por citar un ejemplo actual, el caso de Kosovo.
Nacionalismo disgregador frente a nacionalismo integrador
Casi todos los grandes imperios decimonónicos (Rusia, Turquía, Austria, Gran Bretaña, España) experimentaron en su seno los nacionalismos separatistas, esto es, frente a la idea de un estado multinacional (que tuviera en su seno diferentes naciones, entendidas en el sentido “orgánico”), cada nación había de ejercer su derecho de autodeterminación (según el principio “voluntarista”) y marcharse, creando su propio estado. Por citar ejemplos más actuales, la disgregación de la antigua Yugoslavia. 
Por contra, naciones que están repartidas entre varios estados (esto es, naciones multiestatales) quieren crear un nuevo estado que englobe a todos los nacionales. Serán las unificaciones italiana y alemana del siglo XIX, las ambiciones nacionalistas de Hitler en el siglo XX o los intentos de crear “la Gran Serbia” en los 90 del siglo pasado.
Texto de Mariano Lázaro.

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