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En 1751 vio la luz la primera edición del primer volumen de la Enciclopedia, el primer gran diccionario. Los editores de la obra, los filósofos Diderot y D’Alembert, no se propusieron únicamente transmitir en libros el saber de otros libros. Al contrario: en las páginas de esta obra, además de todas las palabras importantes para la cultura, las ciencias, as artes, además de todos los saberes y ciencias, debían publicarse todas las máquinas realizadas por el hombre, todos los inventos, las técnicas, los artefactos.
“Ningún hombre ha recibido de la naturaleza el derecho de mandar sobre los otros. La libertad es un regalo del cielo y cada individuo de la misma especie tiene el derecho de disfrutarla de la misma forma que disfruta de su razón. Si la naturaleza ha establecido alguna autoridad, es sólo la potestad paterna: pero hasta la potestad paterna tiene sus límites (...). Cualquier otra autoridad tiene orígenes distintos
en la naturaleza. Si lo examinamos bien, veremos que la autoridad proviene de una de esas dos fuentes: o de la fuerza y la violencia de los que la ejercen, o del consentimiento de los que son gobernados mediante un contrato establecido o supuesto entre el pueblo y los que ejercen la autoridad.”
Diderot. Autoridad política. La Enciclopedia.
Solo los siete primeros volúmenes conformaban un diccionario normal, en el que colaboraban los más importantes hombres de letras y ciencias, ofreciendo cada uno el estado actual de una disciplina o de una temática. El resto de volúmenes se dedicaban a grabados y dibujos de todos los útiles para promover actividades económicas y productivas. Finalmente, la Enciclopedia no era un libro resumen de otros libros, sino un legado de experiencias de todo tipo. El título completo era Diccionario razonado de los ciencias, de los artes y de los oficios.
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