viernes, 28 de septiembre de 2012

Motín de Esquilache

La decisión de acometer la reforma universitaria en España no la toma Carlos III hasta después de pensar seriamente en la expulsión de la Compañía de Jesús de sus dominios. Es, por tanto, una consecuencia inmediata del vacío dejado por los jesuitas en la enseñanza. El pretexto que sirvió para justificar el destierro fue que los jesuitas habían promovido el motín de Esquilache. Pero más tuvo que ver el hambre y la falta de tacto del ministro italiano que la instigación de los jesuitas.
motin esquilache
El motín de Esquilache, F. Goya, 1766, Col. privada, París.
El motín de Esquilache, pintado por Goya. Recoge al Padre Yecla, fraile gilito (franciscano) de los que predicaban por las plazas, trayendo como insignias de penitencia una corona de espinas ceñida a las sienes y una soga al cuello, encenizada la cabeza y un santo crucifijo en la mano, intentando predicar a la turba. Terminó llevando las peticiones del pueblo al rey; varios de los congregados las firmaron sobre las espaldas de otro, como se refleja en la esquina derecha.
Carlos III y su ministro decidieron en mala hora prohibir las capas largas y los sombreros de ala ancha o chambergos. Al principio, tuvieron la precaución de limitar la prohibición al ámbito del funcionariado, con la idea de que, impuesta en tal ámbito, seria más fácil imponerla al resto de la población. 
"...Ninguna persona -se leía- de cualquier calidad, condición y estado que sea, pueda usar en ningún paraje, sitio o arrabal de esta Corte y reales sitios ni en sus paseos o campos fuera de su cerca el citado traje de capa larga y sombrero redondo para el embozo; pues quiero y mando que toda la gente civil y de alguna clase, en que se entiende, todos los que viven de sus rentas o haciendas o de salarios de sus empleos o ejercicios honoríficos y otros semejantes y sus domésticos y criados que no traigan librea de las que usan, usen precisamente de capa corta (que al menos les falte una cuarta para llegar al suelo) o de redigot o de peluquín o pelo propio o sombrero de tres picos, de forma que de ningún modo vayan embozados ni oculten el rostro; y por lo que se refiere a los menestrales ya todos los demás del pueblo (que no puedan vestirse de militar), aunque usen de la capa sea precisamente con sombrero de tres picos o montera de las permitidas al pueblo ínfimo y más pobre o mendigo, bajo la pena por primera vez de seis ducados y doce días de cárcel, por la segunda doce ducados o veinticuatro días de cárcel..."
La reacción popular fue inmediata: los bandos fueron arrancados. En sustitución, el pueblo pegaba pasquines que cubrían a Esquilache de injurias. Naturalmente, éste no se dejó impresionar y tomó medidas para garantizar el orden, movilizando a los soldados, para que colaborasen con los alcaldes.

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